Colección Pensamiento Herder
Jorge
Riet
Tras
leer sus páginas se aprende mejor porqué vivimos dominados por el sentimiento
de que la vida se acelera, de que el tiempo pasa más rápido que antes, cuando
en realidad esta sensación es consecuencia de que el tiempo da tumbos sin sentido.
En este libro se describe cómo vivimos en una “atomización” del tiempo,
sometidos a una secuencia atropellada de acontecimientos, fugaces, efímeros, en
un endiablado ritmo cinematográfico, sin una guía cuya ausencia nos convierte
en meros pasajeros. “Cuando ya no es posible determinar qué tiene importancia,
todo pierde importancia”.
Según
este pensador, vivimos en un tiempo histórico con un pasado y futuro
descompensados, con un presente sin sustancia en una permanente transición, un
“nada es, todo será”. En una “historia que deja lugar a las informaciones”, una
concentración de acontecimientos, informaciones e imágenes, que “no tienen
aroma” que hace imposible la demora. Ante un veloz encadenamiento de fragmentos
que pasan fugaces por la retina sin lograr una atención duradera, padeciendo un
envejecimiento acelerado, convirtiéndose en pasado al instante en un presente
que se reduce a picos de actualidad, a un simple fenómeno temporal. Cuando pensamos
que el tiempo pasa muy rápido, según este autor, no es más que inquietud,
confusión y desorientación. La gente se apresura sin rumbo “de un presente a
otro”. Como nos propone este pensador, la vida plena no puede ser sólo una
enumeración de acontecimientos, la consecuencia de un “zapping” entre opciones
vitales dominadas por un enorme nerviosismo.
Hay
capítulos de este libro realmente bellos. El autor recurre a Proust y a su obra
sobre el tiempo perdido, para describirnos cómo este supo ver que “la narración
da aroma al tiempo”. La estrategia de Proust frente a una época de prisas es
ayudar a que el tiempo recupere la duración, el aroma. Él sabía que la
aceleración y la desaceleración van contra el progreso narrativo, porque cuando
el autor se pierde en detalles o descripciones irrelevantes es porque no sabe
distinguir lo importante de lo irrelevante. Una narración que pierde el ritmo provoca
desorientación, una crisis temporal que en realidad es una crisis de identidad.
“Proust habla de un cristal aromático, un cristal de las “horas silenciosas,
sonoras, fragantes y limpias”. Lo que invita a Byung-Chul Han a escribir que
“lo bello no es el resplandor o la atracción fugaz, sino una persistencia, una
fosforescencia de las cosas”. “La época de las prisas, su sucesión
cinematográfica de presentes puntuales, no tiene ningún acceso a lo bello o lo
verdadero”.
Este
filósofo de origen coreano, profesor de filosofía en la Universidad de las
Artes de Berlín, replica a Zygmunt Bauman cuando sostiene que el hombre moderno
no es un “peregrino” porque no avanza hacia lugar alguno, sino hacia un aquí
mejor o distinto, en un camino cargado de incertidumbre e inseguridad, aunque
preparado para ser libre en una época histórica de progreso y evolución si se
empeña en “una salvación futura dirigida al mundo interior”. Porque “quien
intenta vivir más rápido también acaba muriendo más rápido”, dado que “la
experiencia de la duración y no el número de vivencias hace que una vida sea
plena”. Sin desvelar la propuesta final de Byung-Chul Han, propongo quedarnos como
invitación a su lectura con una de sus frases, “la vita contemplativa sin acción está ciega. La vita activa sin contemplación está vacía.”
La
editorial Herder nos ofrece una de las joyas de este autor, de la serie de sus
obras que viene publicando, para fortuna y goce intelectual de los lectores en
castellano.
Un
libro muy recomendable para lectores interesados en el tiempo que les ha tocado
vivir.
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