Editorial
ALMED. 2015. Págs. 469
Jorge Riet
Hay biografías que superan con creces
a la novela de aventuras mas exagerada, porque hay vidas que resultan
imposibles de imaginar hasta que uno las lee. Más aún cuando esas historias
corresponden a épocas en las que el mundo aún escondía alguno de sus rincones
más extraños, consintiendo con cierta pereza en que aventureros sin miedo lo
explorara y descubriera para el conocimiento general de la humanidad. Pero
incluso para las épocas en la que abundaban los más osados aventureros,
existieron individuos que sobrepasaron cualquier expectativa. Es difícil
imaginar un mundo sin internet, antibióticos, aviones y teléfonos, pero fue en
ese tiempo en el que las mayores proezas de la humanidad acometidas por
individuos solitarios asombraron a todos y aun nos sorprenden muchos años
después. Tiempos de aventureros cultos, leídos, poliglotas, curiosos, viajeros,
sin sentido de los límites y ávidos de lo desconocido, que despreciaban la
seguridad y confort que sus desahogadas vidas les permitían, por el anhelo de
contribuir a una humanidad más sabia y tolerante con las diferencias que
pueblan nuestro limitado y esférico planeta.
Es difícil encontrar en este siglo tan
vulgar y transparente a tipos como Sir Richard Burton. Soldado, explorador,
arqueólogo, etnólogo, poeta, lingüista, geólogo, botánico, físico, habilidoso
espadachín, brillante escritor de 43 libros, traductor de Las Mil y Una Noches,
sexólogo cuando esta era una actividad dudosa que podía conducir a la cárcel,
médico, zoólogo, explorador del nacimiento del Nilo Blanco y descubridor del
lago Tanganika, y el primer europeo que entró en una ciudad prohibida de
Somalia. Ahora que hasta el mítico paso del noroeste se deshiela por el cambio
climático, los exploradores se circunscriben a la higiénica actividad de
sofisticados laboratorios o a las silenciosas pantallas de ordenador que
recrean una realidad virtual para ofrecer un mundo que solo encuentra en lo
pequeño motivos para una humilde y contenida fascinación,
Es cierto que se ha escrito mucho
sobre Burton, pero esta biografía que nos ofrece Almed es un lujo por su ritmo
narrativo, su fiabilidad histórica, su recreación de un personaje terriblemente
humano, su rigor científico y, muy especialmente, por el atrevimiento
intelectual de su autora para penetrar para nosotros en el extraño mundo de
aquel tipo singular y extraordinario, de aquel ser poseído por el veneno
demoníaco de la aventura, el conocimiento y la curiosidad infinita. El propio
Burton escribió que "navegando dentro del tronco hueco de un árbol, ¡miles
de millas río arriba y con una mínima posibilidad de regresar!, me pregunto
¿por qué? y el eco me responde ¡maldito idiota...el diablo manda!"
Ahora que sabemos que el único
infierno posible está en la Tierra, libros como este nos regalan el placer de
la lectura de una historia fascinante, pero sobre todo nos invita a
preguntarnos por los estrechos límites de la visión contemporánea de nuestro mundo,
a pesar de disponer de la mayor cantidad de información acumulada de la
Historia. Nos interroga por dónde residen hoy las verdaderas posibilidades de
la aventura, de la exploración de los límites de la humanidad, de los confines
de su existencia, de la curiosidad intelectual que empuja a despreciar banales
posesiones, en beneficio de algún elemento de originalidad que permita imaginar
otro pequeño salto en la evolución de este extraño y vulnerable bípedo que
domina el planeta para su perjuicio. Un libro para disfrutar del recuerdo de
tan inclasificable y renacentista personaje, como de evadirnos de su contexto
histórico para interrogarnos por nuestro propio presente. Un reto para los
amantes de la aventura de la lectura.
Un libro absolutamente recomendable
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